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De Autobiografía de un Yogui
Capítulo 44
…con las piernas cruzadas, estaba sentado Mahatma Gandhi. La pluma en una mano y un pedacito de papel en la otra, ¡en su rostro una amplia, encantadora y afectuosa sonrisa! “¡Bienvenidos!”, garabateó en hindi; era lunes, su día de silencio semanal. Aunque éste era nuestro primer encuentro, nos sonreímos cariñosamente. En 1925 Mahatma Gandhi había honrado la escuela de Ranchi con una visita y le había dedicado un amable tributo en el libro de huéspedes. Los diminutos 45 kilos del santo irradiaban salud física, mental y espiritual. Sus dulces ojos castaños brillaban de inteligencia, sinceridad y discernimiento…
…La voz de la no violencia de Gandhi llama a la conciencia más elevada del ser humano. Que las naciones no vuelvan a aliarse nunca más con la muerte, sino con la vida; no con la destrucción, sino con la construcción; no con el Aniquilador, sino con el Creador. “Debemos perdonar cualquier agravio”, dice el Mahabharata. “Se ha dicho que la perpetuación de las especies se debe a la capacidad de perdón del ser humano. El perdón es santidad; el perdón mantiene unido al universo. El perdón es el poder de los poderes; el perdón es sacrificio; el perdón es quietud mental. El perdón y la amabilidad son las cualidades de quien es dueño de sí mismo. Representa la virtud eterna”. La no violencia es una extensión natural de la ley del perdón y el amor. “Si en una batalla justa es necesario perder la vida”, afirma Gandhi, “debemos estar preparados, como Jesús, para derramar nuestra propia sangre, ‘no la de los demás’. Al final se verterá menos sangre en el mundo”…